Es posible. Los gatos son animales sensibles a los elementos extenos y no es fácil averiguar el problema que sufren.
En muchas ocasiones nuestras mascotas, en este caso los gatos, cambian su comportamiento habitual y no sabemos porqué. Este síntoma puede indicar que sufre depresión.
Una bajada afectiva con los dueños, nuevos hábitos negativos a la hora de comer (pérdida de interés por la comida), falta de juego o una agresividad desconocida, son algunos de los síntomas que pueden indicar que tu gato sufre una depresión.
Las causas son muy variadas, por ello también necesitan nuestra atención.
El gato necesita su espacio para jugar, trepar, saltar o correr, y no hay que limitar de forma excesiva su libertad. Puede sentirse encerrado y, por lo tanto, infeliz. Además de jugar por su cuenta, el gato también necesita atención y estímulos por parte del dueño, una falta de implicación puede hacer que se sienta solo y aburrido.
En cuanto a la comida, puede deprimirse por falta de vitaminas o por un hábito muy estricto. Es bueno obsequiar al animal con algún tipo de “gominolas” para animales (latas de atún natural, barritas energéticas…).
Una causa muy común es la soledad. A la hora de realizar viajes o ausentarnos por varios días, el gato necesita sus momentos de compañía. Si no es posible llevarlo con nosotros, podemos dejar la llave de nuestra casa a algún familia o amigo.
Otro factor importante es el sueño. Son sensibles a las mudanzas, a nuestro humor, a nuevos inquilinos… Estas son causas que pueden provocar una depresión a nuestro gato, pero no necesariamente se tienen que cumplir con exactitud. Al igual que las personas, también los gatos se acostumbran de forma natural a las nuevas situaciones.
En caso de observar cambios en su comportamiento, es recomendable acudir a un veterinario y tratar la depresión con la misma seriedad con la que trataríamos a un ser humano.