La Iglesia de Nuestra Señora de Nazaré, en "el Sitio", cuenta, a través de una pintura, la leyenda de Don Fuas.
Ya que estamos en Nazaré, vamos a prestarle atención a esta historia: Don Fuas Roupinho era alcalde de una localidad portuguesa, y compañero de armas de Don Afonso Henriques (primer rey de Portugal). La historia sucedió en 1182, cuando Don Fuas salió con algunos compañeros a una partida de caza, penetrando en la vegetación, mirando con atención en busca de algún venado o rastros de liebres o jabalíes. Estaban en medio de una neblina espesa y D. Fuas terminó por perderse de sus acompañantes. De repente avistó un venado enorme y el cazador galopó tras él, pero éste se dirigía al borde de un alto peñasco oculto por la niebla desde donde se lanzó.
Don Fuas al percatarse tardíamente del peligro intentó frenar al caballo, pero la velocidad era tal que ninguna fuerza humana resultaría capaz de detenerlo. En un segundo el jinete, contemplando su inminente desenlace, gritó “¡Nossa Señora, Valei-me!”, invocando a la Señora de Nazaré.
El caballo se paró en seco quedando los cascos traseros marcados en la roca. Según la tradición las marca de sus herraduras aún son visibles hoy día. Reza la leyenda que el venado se estrelló contra las rocas al fondo del precipicio y se trasformó en humo negro, por lo que era el diablo tentando al jinete. En agradecimiento a la virgen, Don Fuas mandó construir una capilla junto a la laja de piedra donde fue encontrada la imagen y cerca de donde estaban las marcas de los cascos de su caballo.
La pequeña capilla se puede contemplar en el Sitio, al borde del acantilado.
Fotos de Manuel González.