Split, la ciudad nacida del palacio de un emperador.
Es la segunda ciudad más habitada del país tras Zagreb, además de un importante puerto pesquero y base naval del Adriático, así como un centro cultural y turístico destacable. Su ciudad antigua es Patrimonio de la Humanidad desde 1979. La ciudad creció alrededor de la casa de descanso del emperador romano Diocleciano, quien nació cerca de allí. A finales del siglo VIII, se inició la eslavización de la ciudad. A inicios del siglo XII, los pueblos de la Dalmacia fueron gobernados por los húngaros, sin embargo, Spalato (Split) pudo redactar sus propias leyes municipales y acuñó su propia moneda. Los venecianos se hicieron con la Dalmacia (Croacia) y controlaron la ciudad respetando su autonomía.
Desde luego, hay que dirigirse a la entrada a lo que queda del Palacio de Diocleciano, con restos arqueológicos importantes como el Templo de Júpiter o la fortaleza. El Templo de Júpiter tenía un pórtico sostenido por columnas, de las que solo queda una. Hay una esfinge decapitada de granito negro que custodia la entrada, importada de Egipto en el siglo V. En ese recinto también podéis contemplar la Catedral de Domnio, antiguo Mausoleo de Diocleciano, con su campanario de estilo románico-gótico al que podéis subir y sus monumentales puertas de madera. La forma original del mausoleo, octogonal y rodeada de 24 columnas se conserva casi por completo.
Además de estos hitos, tenemos que callejear para contemplar los edificios con sus notables influencias italianas, como esa torre con su reloj veneciano o la estatua del obispo Gregorio de Nin, cuyo dedo gordo del pie está desgastado porque se dice que tocarlo da buena suerte.
Fotos de Manuel González