La isla y la ciudad de Korcula son una de las paradas indispensables en nuestro viaje a Croacia.
Korcula es una de las islas más grandes del Mar Adriático y está separada por muy pocos kilómetros de la península de Peljesac. Para acceder a ella, tenemos la posibilidad de subirnos a los ferrys que parten del pueblo costero de Orebic. De todas sus poblaciones, destaca la propia Korcula. Habitada desde tiempos de los griegos, la isla conserva su cultura tradicional, manteniendo viva sus ceremonias religiosas ancestrales con bailes y actuaciones de música. Los romanos y eslavos conquistaron esta isla, para pasar posteriormente a manos venecianas y luego húngaras. Volvió a pertenecer al Reino de Venecia hasta finales del siglo XVIII. Posiblemente, ésta fue época las más próspera, con unos astilleros importantes y sus famosos artesanos de la piedra que exportaban este producto a otros lugares.
Llama la atención que a medida que el barco te acerca a la isla, sus murallas (del siglo XV), que esconden dentro una ciudad medieval, cuyo trazado urbano fue diseñado a la perfección para asegurar el resguardo de sus habitantes y permitir el acceso de los defensores a sus murallas. En el siglo XVI, los talladores de piedras ornamentaron la ciudad y le dieron ese toque renacentista a sus calles. Gracias a su pequeño tamaño, podemos recorrer la ciudad en poco tiempo y buscar, por ejemplo, los leones venecianos que nos hablan de su pasado. Es como estar en un plató de cine.
Fotos de Manuel González