Parecen fórmulas mágicas para perder peso de forma rápida y sin esfuerzo, pero no nos engañemos.
Las llamadas dietas milagros son regímenes de adelgazamiento que prometen perder peso en poco tiempo y sin apenas ningún esfuerzo, pero no es oro todo lo que reluce, y este tipo de dietas no son una excepción.
Las dietas milagro no solo reducen de forma significativa la cantidad de calorías ingeridas, sino que también producen un desequilibrio importante de nutrientes, pues suelen restringir algún grupo de alimentos. Las dietas milagro pueden clasificarse en tres grandes grupos:
Dietas hipocalóricas desequilibradas
En este grupo se incluye la famosa dieta de la Clínica Mayo. Este tipo de regímenes producen un gran efecto rebote en cuanto se abandonan, recuperando el paso perdido en forma de grasa. Y es que, al disminuir drásticamente la ingesta energética, el cuerpo se adapta disminuyendo su gasto energético.
Dietas excluyentes
Este tipo de dietas se basan en eliminar algún grupo de nutrientes, produciendo, como hemos dicho, importantes desequilibrios y alteraciones en el metabolismo.
- Dietas basadas en proteínas: como la dieta Dukan.
- Dietas basadas en grasas: como la dieta Atkins.
- Dietas basadas en hidratos de carbono: como la dieta Prittikin.
Dietas disociadas
Este grupo no limitan la ingesta de ciertos alimentos, sino que se basan en la prohibición de mezclar ciertos grupos de alimentos en las mismas comidas o en el mismo día bajo la premisa de que los alimentos no contribuyen al aumento de peso por sí mismos, sino al consumirse en determinadas combinaciones. Este argumento no tiene ningún tipo de base científica y, además, puede limitar la absorción de ciertos nutrientes a nuestro organismo. en este grupo se encuentra, por ejemplo, la dieta Montignac.
Imagen: Alan Cleaver