Un púlsar es una estrella de neutrones que puede llegar a registrar 10.000 rotaciones por minuto.
Los púlsares son estrellas de neutrones que giran sobre sí mismas a gran velocidad, emitiendo pulsos de radiación electromagnética que pueden ser detectados desde la Tierra. Este cuerpo celeste se diferencia del resto de estrellas por su intensa radiación.
Normalmente, todos los cuerpos celestes tienen un eje de rotación y campo magnético, que coinciden en su situación y se mantienen de manera más o menos fija. Sin embargo, esta regla no se cumple en las estrellas de neutrones. Los polos magnéticos y el eje de rotación no coinciden, rotan de manera paralela con la estrella, y esto genera un “pulso” de radiación que se repite en periodos temporales cíclicos. El resultado es el “efecto faro”, y ese vaivén de energía es el que registran los astrónomos en la Tierra.
La velocidad de los púlsares, cuyo tamaño ronda los 10-20 kilómetros diámetro, puede llegar a alcanzar 70.000 km/s. La fuerza centrífuga del movimiento rotacional, despide la energía en el ecuador, generando una radiación en los polos magnéticos que se mueve en el rango de las ondas radio, rayos gamma y rayos X. Las radiografías capturadas por la Humanidad de los púlsares, nos recuerdan a una peonza de doble pico vista a la inversa, como si las puntas fueran absorbidas por el centro.
La radiación de estas estrellas es crucial en el estudio astronómico del Cosmos, gracias a la cual se han localizado planetas que giran en torno a ellas. Un estudio publicado en agosto de 2011, elaborado por la Universidad de Tecnología de Swinburne, desvela la aparición de un planeta con una composición similar al diamante. Está localizado en los confines de nuestra galaxia, la Vía Láctea, y recibe el nombre popular de “Joya del Espacio”.