La celiaquía es un problema cada vez más común entre la población. Tiene un gran componente genético.
Las personas que están afectados por la celiaquía se caracterizan por tener un problema de intolerancia al gluten. Puede darse en niños y mayores y es una acepción tratable pero no curable. Cuánto antes se produzca el descubrimiento de esta intolerancia, se proporcionará una mayor calidad de vida al afectado, sabiendo cómo controlar su problema.
Tiene un componente genético importante, así que los miembros de una misma familia tendrán más posibilidades de estar afectados.
El gluten se encuentra de forma natural componiendo algunas semillas de cereales como el trigo, la cebada, la avena, el centeno y la espelta y sus derivados.
El cuerpo del celíaco responde de una forma diferente al resto de personas a este componente. Cuándo una persona que padece esta intolerancia, consume cualquier alimento que contenga gluten, su cuerpo produce un mecanismo de defensa, como si reconociera esa sustancia perjudicial, y se desencadena un proceso que afecta a las vellosidades del intestino.
Estas vellosidades, que son las encargadas de absorber los nutrientes de los alimentos que ingerimos, se reducen en longitud como mecanismo de defensa. Esto provoca problemas intestinales, que se manifiestan en forma de dolor en la zona abdominal.
Esta es solo una de las afecciones que produce la ingesta de gluten en estas personas, suele ser gracias a la que se descubre la “intolerancia”.
Los problemas intestinales pueden dar lugar a otros como la dificultad de desarrollo físico. Lógicamente, a estas personas su intestino no les aporta los nutrientes necesarios porque sus vellosidades son más cortas, así que su crecimiento es menor.