Snapchat podría definirse como una “aplicación de mensajería efímera”, envías tu mensaje y, automáticamente, es autodestruido.
Estás en Internet, basta con teclear tu nombre en un buscador y tu pantalla se llenará de información sobre ti, dónde vives, tus datos de contacto y, lo más importante, fotografías y vídeos. Dejamos huella de todo lo que hacemos y toda esa información puede ser vista por cualquier persona en cualquier parte del mundo. Es importante cuidar la información que colgamos en la red, pues muchas veces es contraproducente que se nos reconozca en fotografías comprometidas, como por ejemplo, cuando vamos a hacer una entrevista de trabajo.
Pues bien, Snapchat se ha inspirado en esta necesidad: compartir las imágenes, los vídeos y los mensajes que deseemos, sin que puedan recuperarse con posterioridad. Sus creadores aseguran que, en parte, la idea de esta aplicación surgió cuando el político estadounidense Anthony Weiner compartió fotografías muy comprometidas a través de Twitter, causando un gran revuelo en los medios de comunicación.
Snapchat es una aplicación más de mensajería instantánea para móviles, con una particularidad: los mensajes que enviemos serán autodestruidos. Ofrece, así, una privacidad total, una vez que el mensaje es leído por su destinatario, es borrado del emisor, del receptor y del propio servidor de la compañía. ¿Cuánto tiempo dura el mensaje? El emisor elige el tiempo, con un mínimo de 10 segundos, una vez que el destinatario abra el mensaje, comenzará la cuenta atrás. Pero, ¿y si el destinatario nunca abre el mensaje? Si no llega a abrir el mensaje en treinta días, Snapchat lo elimina de sus servidores. Además, si hacemos una captura de pantalla del mensaje que hemos recibido, la aplicación lo detecta y avisa al remitente.
Al enviar un mensaje a través de Snapchat lo único que queda para la memoria es una huella en el historial: quién te envió un mensaje y cuándo lo hizo. Pero del mensaje en sí no encontraremos ningún rastro.