La victoria del ejército aliado en el Desembarco de Normandía influyó, decisivamente, en el final de la II Guerra Mundial.

El Desembarco de Normandía tuvo lugar el 6 de junio de 1944. El ejército aliado, conformado por tropas estadounidenses, británicas y canadienses, logró acceder a la Francia dominada por los nazis. Eisenhower dirigió a los ejércitos anglo-americanos, consiguiendo romper las defensas alemanas del mariscal Rommel. Sin la Batalla de Normandía no puede entenderse la derrota de Hitler y el fin del Tercer Reich.

Los aliados estudiaron muy bien el terreno y eligieron la costa de Normandía por razones orográficas, entre otras. La estrategia consistió en desorientar al ejército alemán en torno al número de efectivos atacantes. La táctica funcionó plenamente.

La supremacía aérea de los estadounidenses y británicos fue determinante en el desarrollo de los acontecimientos. Por otra parte, el número de soldados aliados llegó a superar los tres millones y medio, no sólo de Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá, también de otras nacionalidades. Tal despliegue sorprendió al ejército nazi, que acabó claudicando.

El avance aliado fue imparable, logrando la liberación de París en agosto del mismo año. Con Francia libre del ejército alemán, las tropas aliadas se dirigieron hacia el centro de Europa.

Los preparativos del Desembarco de Nombardia, u Operación Overlord, tuvieron lugar en Gran Bretaña. Esta estrategia militar fue uno de los acontecimientos más relevantes de la II Guerra Mundial y uno de los detonantes de la derrota final del Tercer Reich.

 

3