“Prometer el oro y el moro” es la expresión favorita en España para referirse a promesas exageradas, superficiales y frívolas que nunca se cumplen. Pero, ¿de dónde viene este dicho popular?
Pues para encontrar el origen de “prometer el oro y el moro” tenemos que remontarnos a tiempos de la Reconquista, en concreto, a 1426, durante el reinado de Juan II de Castilla.
Un grupo de caballeros cristianos de Jerez raptaron a unos cuarenta moros, entre ellos, Abdalá, el alcaide de la ciudad malagueña de Ronda, y su sobrino Hamet. Abdalá pagó la cuantiosa suma de dinero que los caballeros exigieron por el rescate, pero solo él fue liberado.
El suceso llegó entonces a oídos de Juan II, que ordenó inmediatamente que el sobrino fuese también puesto en libertad. Sin embargo, los raptores, incitados por la esposa de uno de ellos, Fernández de Valdepisno, se negaron a liberar a Hamet si no era a cambio de cien doblas (monedas de oro castellanas) más, según ellos, lo que había costado la guarda y la manutención del sobrino de Abdalá.
El monarca entonces hizo trasladar a Hamet a la Corte y, en las consiguientes disputas entre los caballeros y el rey, se habló constantemente del oro y del moro y se extendió por toda Andalucía la conjetura de que Juan II quería para sí el oro y el moro.
Imagen: tao_zhyn.