No se trata de un mero capricho de la madre naturaleza.
Seguro que más de una vez, después de un largo baño en el mar, en la piscina o en la bañera, te has fijado en que tus dedos de las manos y tus plantas y dedos de los pies se han arrugado. ¿Por qué sucede esto?
Pues bien, la respuesta es un poco más compleja de lo que parece a simple vista, y es que se trata de una ventaja evolutiva que hemos heredado de nuestros más antiguos ancestros.
Cuando estamos mucho tiempo mojados o en un ambiente muy húmedo, los vasos sanguíneos de los dedos y de las plantas de los pies se contraen, dejando esos huequecitos característicos en forma de arrugas. Esta es una respuesta de nuestro sistema nervioso que proporcionó una ventaja a nuestros antepasados y facilitó su supervivencia, pues gracias a estas arrugas podemos agarrar mejor objetos mojados o bajo el agua y podemos correr y caminar con más facilidad sobre un terreno húmedo o mojado. De esta manera, nuestros ancestros podían conseguir comida más fácilmente en zonas húmedas o bajo la lluvia y huir de sus depredadores.
Imagen: Jory™