La piel se arruga por la transformación que sufren, con el paso del tiempo, las distintas capas que la componen.
Las arrugas, que son el reflejo de la sequedad existente el interior de la piel, son surcos superficiales. El envejecimiento del cutis, además de depender de nuestra predisposición genética, también vendrá determinado por la rutina de vida y la exposición a determinados factores externos como el frío, el sol, etc. Incluso, durante la juventud, pueden aparecer las llamadas arrugas de expresión por la repetición de algunos gestos faciales.
La piel se compone de varias capas que, con el tiempo, van transformándose y dando paso a las arrugas:
- La epidermis es la capa más superficial que nos protege de los ataques del exterior. Se compone de múltiples células que se renuevan constantemente. Esta primera capa es la que contiene la melanina (el pigmento natural de la piel) y la queratina (proteína básica del cabello y las uñas). Esta capa va a perder su flexibilidad por una disminución de la hidratación en las células internas.
- En la segunda capa, la dermis, se encuentran los vasos sanguíneos y las terminaciones nerviosas. Sus principales elementos son la elastina y el colágeno, que son los que proporcionan la elasticidad y tersura a la piel. El envejecimiento provocará la desaparición de ambos componentes, haciéndose más fina la estructura de la dermis.
- El tejido subcutáneo, que se compone por vasos sanguíneos, glándulas y células, es la capa de grasa más profunda de la piel. Y con el paso del tiempo, esa capa de grasa pierde volumen provocando una mayor sequedad de la piel.
Para mantener la piel en buenas condiciones durante más tiempo, es necesario protegerla de todas las agresiones del exterior, utilizar productos naturales y mantener una correcta higiene diaria.