La aversión hacia las mujeres y el desprecio por todo lo femenino es la misoginia, considerando una carga todo lo que la mujer representa.
El desprecio hacia las mujeres y todo lo femenino tuvo su auge en dos épocas de la historia, en la civilización griega y el Medievo. Refranes como “la mujer, la pata quebrada y en casa”, figuras maléficas como las sirenas, arpías, las esfinges... El tratamiento que daban a la mujer filósofos como Aristóteles, considerándolas seres inferiores respecto al hombre, e incluso a los animales.
Hay quien considera que la misoginia es un trastorno mental, o un comportamiento, síntoma particular de un odio general hacia la humanidad. La realidad es que la misoginia ha dejado una huella social, que puede recorrerse a través de la literatura, la historia, la cultura y los pensamientos filosóficos.
Cela, Moratín... Son muchos los autores que, de forma encubierta y amparados en historias, han transmitido y vertido su odio contra las mujeres. La persona misógina, considera a la mujer un ser incompleto y origen de todos los problemas. Pueden serlo mujeres y hombres.
En la actualidad, las actitudes misóginas sustentan los roles y estereotipos de género, que perpetúan los desequilibrios entre mujeres y hombres.