Si observamos la publicidad que se emite a través de diferentes medios, comprobaremos como tanto hombres como mujeres son tratados y mostrados desde los estereotipos de género más comunes, con el perjuicio que ocasionan estas imágenes.
¿La publicidad transmite valores?, la respuesta es afirmativa. Durante nuestro crecimiento somos socializados por diferentes agentes; la familia, tradicional o monoparental, el colegio o escuela, las creencias religiosas de nuestro entorno, nuestro grupo de iguales y los medios de comunicación, entre los que se encuentra la publicidad. Todos influyen de forma decisiva en la construcción social, que finalmente asumiremos como propia y en la que hombres y mujeres se sitúan y posicionan de forma diferente.
Definimos como publicidad sexista, aquella en la que hombres y mujeres aparecen estereotipados y ejerciendo roles de género, excluyendo otras realidades más igualitarias. La publicidad es sexista cuando lo es el uso del lenguaje.
Si analizamos anuncios de marcas publicitarias como perfumes, la mujer aparece como objeto; mientras que en aquellos que publicitan electrodomésticos o elementos, asociados tradicionalmente a la mujer, la imagen que se transmite del hombre es la de una persona con poca o ninguna capacidad para su uso o utilización.
Estas imágenes, de las que recibimos miles diariamente, son mensajes que van creando un imaginario colectivo construido sobre estereotipos que perpetúan situaciones de desigualdad.