¿Dónde va tu información? Hoy en día es imprescindible gestionar la información.
Así como la acumulación de dinero no serviría de nada si no se invirtiera y se obtuviera rendimiento con ello, la acumulación de conocimiento tampoco sirve de nada a menos que se utilice para algún fin.
Salvo que participes en algún concurso de conocimiento general, al estilo de los programas de “quien quiere ser millonario”, en donde ganas dinero por las respuestas correctas, mucha de la información acumulada en el cerebro en forma consciente o inconsciente, es inútil, a menos que hagamos algo con ella.
Lo mismo ocurre en las empresas, los clientes ofrecen mucha información valiosa a los diferentes profesionales encargados de su servicio, la cual se desperdicia a menos que se logre integrar en procesos que le den vida y utilidad. ¿De qué sirve que un cliente se queje sobre algún producto, si nadie hace nada para prevenir que vuelva a ocurrir, y que se mejore el servicio?
La única manera de lograr darle utilidad al conocimiento es que se gestione, se integre en una cadena o flujo que lleve a la toma de decisiones y generación de beneficios. Para el caso de las empresas, sería encontrar la forma de formalizar la cantidad de conocimiento recibido de los clientes de manera espontánea por los diferentes canales de distribución y personal encargado del servicio.
La gestión del conocimiento consiste en hacer algo con la información, integrarla, permitir que fluya, en lo posible provocar medios para darla a conocer, sin que se generen procesos engorrosos y pérdida innecesaria de tiempo. No se justificaría hacer reuniones, pero sí enseñar a las personas a que utilicen el ordenador y alguna herramienta de gestión para que la información valiosa de los clientes quede registrada y no se pierda.
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