¿Reconoces esta emoción? ¿Sabes reconocer cuándo te comportas movido para la agresividad?
Existe una emoción, por lo general con connotaciones negativas, como es la agresividad. Se trata de una hermana de la furia y de la ira, prima de la fuerza acumulada y sin freno.
La agresividad se demuestra con mal genio, ceño fruncido, palabras dañinas, desasosiego, distracción, problemas para negociar, quejas constantes, falta de colaboración, y por ponerle trabas a cualquier sugerencia externa.
Por lo general es provocada por agentes externos, como algún comentario que nos molesta, una falta de atención injustificada, una llamada de atención del jefe en público e inoportuna, falta de autoestima, sacar a flote alguna limitación, haber recibido algún golpe bajo, la mala gestión de la frustración o incapacidad de obtener algo, y la maldita comparación con los demás.
Si se hace caso omiso de la agresión presente en nuestro interior, podrás realizar acciones contra personas que luego te puedes arrepentir. Si te encargas de darle gasolina a la agresión con pensamientos negativos, entonces aumentarás su poder destructivo. Pero si en vez de ello, encuentras medios para liberar esta energía acumulada, le darás paz a tu cuerpo, mente y espíritu.
El ejercicio físico es una excelente manera de canalizar la agresión y no en el contrario; los ejercicios mentales, como el desarrollo de la creatividad, es otra muy buena manera de enfocar la agresión para obtener resultados positivos; el ejercicio espiritual te permite sosegar la agresión y liberar la energía al universo para que le dé buen uso.
La agresión bien administrada, te permite mejorar tus desempeños deportivos, aumentar tu creatividad, fortalecer tu resistencia y constancia en tus labores hasta lograr el objetivo. Tu fuerza aumentará, y tu contundencia e impacto podrá sobresalir.
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"Potenciando Resultados"