Los huertos son como la Isla de Utopía, de Tomás Moro, espacios en los que la explotación comunal de los bienes se lleva a cabo sin conflictos ni competencias.
El trabajo en los huertos tiene múltiples posibilidades y permite colaborar con todos los grupos poblaciones y sus peculiaridades. Un ámbito en que los huertos se convierten en una herramienta muy valiosa es el educativo, ya que permite un aprendizaje sobre las diferentes técnicas de cultivo, siembra, recogida, abonos, semillas y distintas labores con la tierra. Pero, lo más importante es que proporciona un medio único para trabajar de forma transversal la educación en valores: la igualdad entre mujeres y hombres, la solidaridad intergeneracional, las habilidades sociales y personales, el trabajo en grupo y la autoestima, en resumen, el respeto a la diversidad.
Si nos centramos en las personas con discapacidad intelectual y/o física, el trabajo en los huertos ecológicos permite ofrecer una actividad de ocio saludable y respiro familiar, alternativa a los programas terapéuticos oficiales y la más importante, como formación prelaboral. La formación en el ámbito de la agricultura ecológica ofrece dos opciones, una es la inserción laboral en empresas del sector y la segunda, el emprendimiento social a través de la creación de empresas de inserción, economía social o empleo con apoyo en el sector de la agricultura y ganadería.