Federico García Lorca escribió un teatro protagonizado por mujeres y marcado por un malestar y dolor vital profundos.
El teatro de Federico García Lorca, igual que su poesía, constituye una de las cumbres del teatro español y, tal vez, del universal.
La dramaturgia del escritor granadino se caracteriza por su unidad. Existe un elemento común en toda su obra, la expresión de un dolor vital, de un profundo malestar. La soledad, la muerte, el amor imposible y la frustración son temáticas recurrentes en sus creaciones. Todos estos elementos confluyen en las principales protagonistas del teatro de Lorca, las mujeres.
García Lorca inició su recorrido por el teatro con "El maleficio de la mariposa", en 1920. Eran sus inicios y aún estaba lejos la plenitud del escritor. Su primer gran éxito llegó con "Mariana Pineda" (heroína andaluza) en 1925. Luego vendrían otras obras, como "El amor de don Perlimplín con Belisa en su jardin" o "La zapatera prodigiosa".
Tras los primeros escarceos con el teatro, llegó una etapa marcada por el coqueteo con las vanguardias, especialmente con el Surrealismo. Fruto de estas influencias vieron la luz "El público" y "Así que pasen cinco años". Esta etapa creativa coincidió con una crisis personal del autor. En estas obras emergen algunas de las obsesiones y preocupaciones de Lorca, por ejemplo, la defensa de cualquier forma de amor (era homosexual) o la represión social contra estas otras maneras de amar.
La plenitud del teatro lorquiano se caracteriza por el alcance popular de sus creaciones, por la orientación social de las mismas. La mujer es la gran protagonista de las tragedias y dramas escritos, por el autor, en esta etapa de su vida profesional. Sus obras más conocidas son:
"Bodas de sangre", que narra la huida de una novia con su amante el mismo día de la boda. Fue escrita en 1933.
"Yerma", de 1934. Es el drama de una mujer estéril.
"La casa de Bernarda Alba" (1936). La protagonista impone un riguroso luto y reclusión a sus cinco hijas, tras la muerte de su segundo marido.
