Con la integración de la mujer en el mundo laboral, las normas de cortesía social se han visto modificadas, y se ha dado paso a la cortesía empresarial, en la que cada persona es tratada según su cargo y no su sexo.
Al igual que en sociedad, los buenos modales son primordiales en el entorno empresarial. Un comportamiento no adecuado con los clientes puede traer consecuencias graves. Pero no hay que olvidar que la imagen de la empresa la forjan todos los que la componen, desde el primero al último, por ello es importante tener claro que es lo que queremos proyectar al exterior. Tener un código en la empresa hará posible que el comportamiento sea unitario y coherente con la filosofía de la misma.
En definitiva, lo importante es saber estar en cualquier momento y situación. El protocolo empresarial no está escrito, como lo está el protocolo oficial, no son reglas estrictas. No existen normas rígidas de cómo vestir, hablar o comportarse dentro de una empresa, pero nunca está de más que los buenos modales y la etiqueta se tengan en cuenta.