Una raza imponente desde el punto de vista físico, hábil en la defensa del ganado y firme contra extraños o alimañas.
El embrión de esta raza lo situamos en los movimientos trashumantes del ganado ovino, que se realizaron en la Península Ibérica hasta bien entrado el siglo XX. Se trata, por tanto, de un perro pastoril que, actualmente, es fácil encontrar en los cortijos extremeños y en los montes astur-leoneses y cántabros (lugares tradicionalmente vinculados con la trashumancia).
Los tiempos de la Mesta fueron el momento dorado de la raza, la defensa de los ataques de lobos y otros depredadores constituía la misión fundamental de estos perros en su caminar junto al rebaño.
Su aspecto físico se caracteriza por la gran talla y corpulencia. Posee un esqueleto compacto y bien proporcionado, además de una gran cabeza. La alzada de algunos machos llega a los 80 cms.
En cuanto al comportamiento, les caracteriza la nobleza. Son animales cariñosos, especialmente hábiles en la defensa de fincas o cortijos. Se muestran firmes y decididos contra alimañas o personas extrañas.
Uno de los elementos que más resaltan de esta raza es su potente y grave ladrido, audible a una distancia considerable. Además, portan una gran papada. Existen varios colores de pelo en la raza, que van desde el blanco hasta el negro, pasando por los tonos arenas, atigrados, lobatos, rojos etc.
En 1981 se creó la Asociación Española del Perro Mastín Español (AEPME). Con el paso de los años, el club oficial de la raza ha logrado una gran uniformidad en la tipología.