En el deporte ecuestre de salto de obstáculos, la experiencia de jinete y caballo son esenciales.
El concurso de salto de obstáculos, según la Federación Ecuestre Internacional (FEI), surgió a partir de las competiciones que se realizaban entre los cazadores de zorros. Con el tiempo, se ha ido perfeccionando las pruebas y la dificultad en su realización.
Como su propio nombre indica, esta disciplina consiste en que el caballo supere todos los obstáculos colocados en la pista con la mayor precisión posible, y sin cometer ningún tipo de falta susceptible de ser penalizada (derribos, desobediencias del animal, exceso de tiempo, etc). Durante el concurso, los obstáculos son colocados estratégicamente según el número de esfuerzos previstos; de manera que el recorrido a seguir quede perfectamente medido y delimitado de principio a fin. Conforme al reglamento de la Federación Hípica Española, las barras que componen los obstáculos deben ajustarse a unos parámetros que eviten accidentes en la pista o derribos espontáneos.
Antes de comenzar cada prueba del concurso, los jinetes reconocen la pista a pie; pudiendo memorizar así el recorrido y la distancia existente entre los saltos. Y una vez que se inicia, cuando ya han entrado los participantes conforme son avisados, deben realizar el recorrido con el menor número de derribos y en el mejor tiempo. Las pruebas son muy variadas, aunque en todas ellas premia la limpieza en el salto, la velocidad y la cualificación de jinete y caballo.