Durante la fase de rápido crecimiento, los huesos crecen más rápido que los músculos y los ligamentos, dando lugar a un acortamiento de los tejidos blandos y provocando, consecuentemente, una pérdida de flexibilidad.
Estos efectos son temporales y la pérdida de flexibilidad se recuperará tras el tirón.
Los cambios relacionados con una fase de rápido crecimiento suelen empezar en las extremidades de los miembros, como las muñecas y los tobillos, y se expanden progresivamente hacia el centro del cuerpo, dando lugar a miembros desproporcionadamente largos en relación con el tronco.
Por estos motivos, es útil que el bailarín en edad de crecimiento se concentre en el control del área central de la columna y el tronco. Para ello, el bailarín ha de ejercitar los músculos posturales más internos, empezando por los músculos abdominales.