Las personas son los beneficiarios finales, pero no es lo mismo pagar un impuesto que pagar una tasa.
Actualmente el impuesto se confunde con otro elemento, la tasa. Con el impuesto no hay una contraprestación directa y determinada al sujeto activo. Mientras que con las tasas sí, ya sea efectiva o potencial. Los impuestos se utilizan para bienes públicos indivisibles, pues no sabemos el grado de beneficio para quien lo disfruta, mientras que las tasas son para bienes y servicios divisibles, porque sí sabemos el grado de beneficio de quien lo disfruta. Con el impuesto la causa principal es la capacidad contributiva (que pague más quien más tiene), mientras que con las tasas la causa principal es el disfrute de la contraprestación efectiva o potencial, y ahí no se considera la capacidad contributiva.
Un ejemplo sería diferenciar el IRPF, Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, en el que sí se sabe la capacidad contributiva del sujeto activo (pagan más los que más tienen); con las tasas académicas de una universidad pública, en las que el precio por crédito es oficial (aunque existan deducciones por diferentes situaciones como minusvalía, familia numerosa, terrorismo, etc) y sí sabemos la contraprestación directa (estudiar esa titulación).