A algunos bailarines jóvenes y adolescentes les puede llegar a preocupar excesivamente su imagen y la toma de alimentos.
En esos casos, puede que surja el riesgo de desarrollar desórdenes alimenticios, incluso llegando a desórdenes específicos como la anorexia y la bulimia nerviosa.
Los desórdenes alimenticios suelen venir acompañados de las siguientes actitudes y comportamientos: la ingestión limitada de alimentos para mantener la sensación de un cierto control sobre uno mismo, la ingestión excesiva de alimentos y vómito posterior, ejercicio físico excesivo, la utilización de laxantes para “vaciarse”, la dedicación de un tiempo excesivo a la reflexión sobre el control de la ingestión de alimentos y la percepción distorsionada del cuerpo, es decir, sentirse gordo/a a pesar de estar excesivamente delgado/a.
Los malos hábitos alimenticios aumentan el riesgo de que un individuo pueda desarrollar un desorden alimenticio que ponga en peligro su vida.
Se cree que el grado de desórdenes alimenticios es mucho mayor en los bailarines profesionales que en el resto de la población. Además, dichos desórdenes suelen surgir durante el comienzo de la preparación. Es responsabilidad del profesor percatarse de los riesgos potenciales a los que se ven expuestos los jóvenes, y de tomar las medidas adecuadas.