Siempre que intentamos adelgazar o ponernos en forma una de nuestras principales preocupaciones es la zona abdominal, ¿por qué no conseguimos reducirla?
A nadie le gusta la presencia de un vientre abultado, pero esta no debe ser solo una preocupación estética, sino que es algo que afecta a nuestro estado de salud en general y puede ser un indicativo de enfermedades cardiovasculares. Cuando intentamos ponernos en forma, nos percatamos de que lo más difícil es conseguir un vientre plano, ¿qué falla?
Dieta
Si no llevas una dieta equilibrada y con el aporte calórico que tu cuerpo necesita, la barriguita está asegurada. Si incluyes a diario en tu alimentación en harinas refinadas, embutidos, mantequillas y margarinas, refrescos, alcohol… Será casi imposible conseguir un vientre plano. Es fundamental que sigas una dieta variada, rica en alimentos de calidad: frutas, verduras, granos enteros, lácteos desnatados y grasas insaturadas.
Sedentarismo
La falta de ejercicio físico favorece la debilidad de los músculos en general y, especialmente, del abdomen. Es imprescindible hacer ejercicio a diario, basta con una caminata de 30 minutos y pequeñas acciones como prescindir del ascensor y estirar las piernas cuando estemos una hora sentados.
Mala postura
Si eres de los que mantiene la columna constantemente curvada, los músculos de tu abdomen se debilitarán, favoreciendo el desarrollo de la temida barriga. Por lo tanto, una buena postura y una columna recta son claves para conseguir un vientre plano.
Insuficiente descanso nocturno
El descanso nocturno es fundamental para una buena salud en general, también para reducir la barriga. Si no descansamos adecuadamente, acumularemos grasas en el abdomen, para “situaciones de emergencia” en las que necesitemos energía.
Imagen: Helga Weber.