Ambas reconocen los derechos del autor de una obra, pero ¿en qué se diferencian?
El Copyright reserva completamente los derechos del autor, es decir, no puede hacerse ningún uso de la obra sin su consentimiento que, en la mayoría de los casos, irá unido a una retribución económica. Es lo que conocemos como “todos los derechos reservados”.
El Copyright era especialmente problemático en el mundo del software informático, pues limitaba en gran medida el avance en este ámbito. Por ello, Richard Stallman, un programador estadounidense, puso en marcha a mediados de los años ochenta el proyecto GNU, para crear un sistema operativo de forma colaborativa. En este movimiento encontramos el origen del Copyleft, que luego se extendería al ámbito cultural y científico y daría origen a la organización Creative Commons y sus licencias de cultura libre.
El Copyleft flexibiliza el uso de los derechos de autor a través de licencias que interpretan la ley de acuerdo con los intereses y los deseos del autor en cuestión. Las licencias basadas en Copyleft ofrecen la posibilidad de copiar, difundir, modificar e, incluso, hacer uso comercial de la obra, sin que el autor pierda en ningún momento sus derechos de autoría, como ocurre con el Dominio Público.
Por lo tanto, podemos decir que el Copyleft es la licencia intermedia entre el Copyright y el Dominio Público: es el autor quién decide en todo momento qué uso puede hacerse de su obra, sin perder en ningún caso su autoría.