En función de la fantasía y del frenetismo de las series de animación, varía la capacidad de atención y de resolución de problemas sencillos en los niños menores de 4 años.
Según un estudio realizado en la Universidad de Virginia, que estuvo dirigido por la catedrática en Psicología Angeline Lillard y publicado por la revista Pediatrics, revela que los niños pueden llegar a desarrollar problemas de aprendizaje y de atención según el tipo de programación infantil a la que se vean expuestos. En concreto, se diferencia entre aquellas series de dibujos animados cuyo ritmo de las secuencias es mayor (Bob Esponja) y aquellas que parecen desarrollarse a cámara lenta (El barrio del Sr. Roger), para delimitar los efectos que producen; así como tinene en cuenta el nivel de surrealismo de sus contenidos.
Para el experimento, tomaron como muestra un pequeño grupo de niños menores de 4 años y los dividieron en tres grupos: los que vieron la serie de Bob Esponja, los que vieron una serie más lenta como Caillou y los que estuvieron dibujando. Cada grupo desarrollo esas actividades durante nueve minutos, y la conclusión fue que el grupo que estuvo visionando Bob Esponja mostró un mayor nerviosismo y déficit de atención que el resto a la hora de ejecutar una serie de tareas de memoria y reconocimiento.
El estudio, sin personalizar el problema en la serie Bob Esponja, trata de mostrar la existencia de series más perjudiciales que otras; para concienciar así a los padres de la necesidad de control de lo que ven sus hijos. Por otra parte, hay otras fuentes que consideran la muestra escasamente representativa de la población infantil; y alegan, además, que lo que resulta verdaderamente esencial es que la serie se ajuste al público al que va dirigido.