El aloe vera es una planta perenne con hojas alargadas, verdes y duras, terminadas en punta y bordes espinosos. En América del Sur se conoce como Sábila.
El aloe vera pertenece a la familia de las Liliáceas, como los ajos y las cebollas. Nacen en laderas soleadas y lugares rocosos. Muy abundantes en Cabo de Buena Esperanza, Sudáfrica, también en zonas de Madagascar y Asia. En España se pueden encontrar en las provincias litorales.
Es de color verde. Mientras crece, su aspecto presenta manchas blancas que desaparecen con la madurez de la planta. Entre la pulpa y la piel, si hacemos un corte, segrega un líquido amarillento verdoso llamado “sérver”. Es de olor y gusto amargo.
El aloe vera se compone de agua, resina, aloína, enzimas, proteínas, vitaminas (B12, B6, B5, B, A y C), manganeso, calcio, potasio, sodio, aluminio, hierro, zinc, cobre, plata, cromo, fósforo y titanio.
Entre sus característica destaca la capacidad de cicatrizar heridas. Usada en todas las épocas y culturas, el libro de la Biblia hace referencia a ella frecuentemente. Alejandro Magno lo utilizaba para curar las enfermedades de sus soldados durante las conquistas y Cleopatra lo tenía como ingrediente esencial en sus cuidados diarios.
En la actualidad, el aloe vera es utilizado como componente imprescindible en la mayoría de los productos destinados al cuidado de la piel.