El motín se produjo como consecuencia de un decreto sobre vestimentas y terminó con el destierro del impulsor de la norma, el Marqués de Esquilache.
El Motín de Esquilache tuvo lugar en el mes de marzo del año 1766, bajo el reinado de Carlos III.
Carlos III fue el tercer hijo de Felipe V (primer rey de la dinastía de los Borbones) y el primero que tuvo con Isabel de Farnesio. Fue Duque de Parma (1731-1735), Rey de Sicilia y Nápoles (1734-1759) y de España (1759-1788). Cuando accedió al Reinado de España era, por tanto, un hombre experto en política internacional, maduro y profundo conocedor de la realidad del mundo del siglo XVIII. Ha pasado a la historia con un sobrenombre: “el mejor alcalde de Madrid”.
El Marqués de Esquilache fue un político y diplomático de origen italiano, que llegó a ocupar un importante e influyente cargo en el equipo de confianza del monarca. Impulsó importantes reformas durante el reinado de Carlos III, aunque nunca atrajo las simpatías del pueblo. Éste no entendía la política europeizante del ministro.
Entre las reformas de Leopoldo de Gregorio, así se llamaba el Marqués de Esquilache, destacó la liberación del comercio de cereales, que provocó la subida de precios en alimentos, como el pan, de primerísima necesidad en la época. Este hecho crispó los ánimos de la población que, poco tiempo después, se levantó en una revuelta popular multitudinaria contra otro decreto del Marqués, el que prohibía la utilización de chambergos y capas largas.
La prohibición de aquellas vestimentas tan populares se fundamentó en razones de seguridad pública (las capas largas permitían ocultar armas a malhechores o delincuentes). Esta norma, que sustituía la capa larga y el sombrero de ala ancha, fue el detonante para que miles de personas se echaran a la calle en contra del ministro “italiano” y de sus reformas.
La revuelta, con epicentro en Madrid, se extendió por otras ciudades españolas. Entre las peticiones de los insurgentes figuraban la bajada del precio del pan, el cese de los ministros extranjeros del monarca y su sustitución por españoles, así como la derogación del precitado decreto sobre la vestimenta.
El rey Carlos III se vió obligado a ceder y ordenó el destierro del Marqués de Esquilache, que fue relevado por el Conde de Aranda. Poco tiempo después, el Conde logró convencer al pueblo español y el sombrero de ala ancha y la capa larga fueron sustituídos por atuendos más cortos.