Ni nacimos aprendidos ni podemos saberlo todo en todo Momento

No es un secreto para nadie que ni nacimos aprendidos ni podemos saberlo todo en todo momento. Ni siquiera en nuestro trabajo o en nuestra especialidad, podríamos saberlo todo por más tiempo que nos dediquemos a este empeño. Por ello, es importante aprender a decir que uno no sabe, con prudencia y sin sobredimensionar el hecho, para no desmerecer nuestro valor o generar una innecesaria desconfianza en nuestro interlocutor.

Por ejemplo, si te encuentras atendiendo a un cliente sobre cualquier tópico, ante una pregunta para la cual no sabes la respuesta, no será conveniente mentir pero tampoco decir abruptamente que no tienes ni idea sobre el tema. En lugar de ello, podrás decir simplemente que vas a analizar el requerimiento con el área competente dentro de la empresa para darle una solución a su necesidad.

Si en vez de ello, te encuentras dando una conferencia ante un público especializado en el tema, y te realizan igualmente una difícil pregunta para que la resuelvas y no sabes como abordar la respuesta en ese momento, podrás indicar que esa interesante inquietud será abordada más adelante en otro parte de la conferencia con el fin de tener tiempo en el descanso de analizar la respuesta, o podrás indicar que al final darás un email para poder atender de forma personalizada temas particulares que se salgan del tema principal.

Como ves, puedes ser sutil sin demostrar que no lo sabes, algo ambiguo para indicar que en el momento oportuno le darás una explicación precisa, siempre con la mira de aplazar en un tiempo prudencial la respuesta mientras profundizas en el tema, nunca mintiendo porque con ello nada bueno obtendrás, y siempre garantizando un compromiso oportuno y diligente en la respuesta. No es malo no saber pero hay que aprender a hacerlo, para que el interlocutor se sienta atendido y sigas manteniendo tu credibilidad y confianza.

Soraya Bayo Romero

Coach Prof. Certificada

Consultora y Formadora

www.levantesoluciones.es

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