El tranvía es la mejor forma de saborear el viejo Oporto.
El tranvía, o como lo llaman allí, "el eléctrico", es actualmente la forma más recomendada para recorrer las vías clásicas de comunicación habitual en la ciudad. Además de las máquinas modernas, como las que unen Oporto y Vila Nova de Gaia sobre el Puente de Luis I, existen algunas viejas máquinas que se han salvado del desguace y que permiten el recorrido por el centro de la ciudad. Podemos visitar, si estamos interesados, un Museo del Carro Eléctrico, donde se exhiben varias máquinas restauradas. Hablando sobre raíles y transporte, no debemos olvidar hacer una visita a la estación de "Sao Bento", porque merece la pena. Fue levantada sobre las ruinas de un convento benedictino alrededor del año 1900, y diseñada por Marqués da Silva.
El aspecto exterior es distinto a cualquier edificio con la misma función, y a primera vista no parece una estación de tren. Su vestíbulo principal, a base de azulejos, representan escenas campesinas y episodios de la historia de la ciudad. Los azulejos conservan la habitual tonalidad azul de la cerámica portuguesa, y son obra del artista portugués Jorge Colaço. No nos marchemos sin entrar en este vestíbulo.
Fotos de Manuel González