Gracias a la expansión del Imperio Británico y a las adquisiciones realizadas por todo el mundo, podemos encontrar en el Museo Británico salas con la capacidad de permitirte realizar un viaje a siglos atrás.
¿Qué no deberíamos perdernos? Se me ocurren cosas como la sala del Partenón. Si quieres ver el famoso edificio supongo que habrá que visitar Atenas, pero si quieres fijarte en los detalles del frontón, frisos, metopas, etc. hay que ir a Londres. Peor conservadas de lo que yo pensaba, desde luego merece la pena detenerse sin prisas y con unos cascos para que te expliquen toda la historia. Un inglés, allá por el siglo XIX, ordenó que se llevaran las piezas a casa. ¿Tanto tiempo después, deberían devolver a Grecia este patrimonio tan importante que salió del país de la forma que lo hizo? ¿Qué opináis?
Del Mausoleo de Halicarnaso, una de las siete maravillas del mundo antiguo, solo quedan restos. Se construyó para acoger al Rey Mausolo cuando pasara a otra vida, y tan magnífico hubo de ser, que dio nombre a este tipo de construcción funeraria. El tamaño de este caballo era enorme, y solo era una pieza más del edificio.
Lely Venus, una escultura de una belleza impresionante, de la que dicen que sirvió de inspiración a Rubens para realizar algunos cuadros de esas mujeres rollizas que solía pintar.
Un trozo de Isla de Pascua en el museo (¿robado?). Hacia el 1868 fue sacado de la isla uno de los más atractivos moais de Orongo, que hoy se encuentra en Inglaterra, en la colección arqueológica British Museum de Londres, y por el cual la comunidad rapanui ha pedido su regreso.
Esto es solo una mínima muestra de lo que os espera.
Texto y Fotos: Manuel González