Residencia de la aristocracía primero, y de pescadores luego, es uno de los barrios más pintorescos de la ciudad.
Tiene un trazado un tanto tortuoso que forma un laberinto de calles, plazas y escaleras muy atractivo. Fue el antiguo núcleo de la Lisboa musulmana y judía, y tuvo la suerte de resistir bien al terremoto de 1755, mejor al menos que otras zonas de la ciudad. Por ello, podemos encontrar aquí casas del siglo XVI. La aristocracia vivió en esta zona, en los aledaños del Castillo de San Jorge, pero después del siglo XVIII fue ocupado por marineros y pescadores, dándole el carácter tan peculiar al barrio que aún conserva. En la barrio destacan como monumentos importantes la Catedral o El Castillo, además de la "Casa dos Bicos", con su curiosa fachada realizada a base de piedras de cantería talladas en forma de picos, o la iglesia de "Nossa Senhora da Conceiçao Velha", muy restaurada pero que conserva el pórtico general del lado sur, magnífica muestra de arte manuelino.
Pero sobre todo, se trata de pasear por la Alfama, recorrerla e incluso comer en alguno de sus restaurantes, algunos de ellos aun conservan la misma decoración y mobiliario que tenían en 1985, pero con una comida casera típica excelente y unos precios bastante competitivos. A la Alfama, sin prisas.
Fotos de Manuel González.