Primitivamente conocido como "Castelo dos Mouros", domina la más alta colina del centro histórico.
La fortificación fue construida por musulmanes en el siglo XI. Era el último reducto defensivo para el alcaide musulmán, en una época en la que Lisboa llegó a pertenecer a una de las Taifas de la Península Ibérica, la Taifa de Badajoz. Después de la conquista cristiana en 1147 por Alfonso Enríquez, primer rey de Portugal, y hasta el siglo XVI, el castillo experimentó su mayor auge como lugar cortesano, acogiendo al rey, al obispo y como Archivo Real en una de sus torres. Fue el lugar de recepción y celebración de fiestas hasta 1580, cuando Portugal se integró en la corona de España, y adquirió un carácter más defensivo.
Es totalmente recomendable la visita, ya que las colas y el precio de la entrada tampoco son excesivas, para admirar todo el recinto, incluyendo el Castillo en sí, un museo arqueológico o incluso un periscopio (de horario muy limitado). Pero sobre todo es interesante su gran mirador sobre Lisboa, impagable, y por recorrer las altas murallas del castillo. Dentro podemos encontrar algún café donde tomar algo a la sombra. No sólo es importante el castillo, sino que para acceder a él debemos recorrer el interesante barrio de la Alfama.
Fotos de Manuel González