En este manual se explica el concepto de “agenda oculta” en el entorno empresarial
Con frecuencia nos topamos con agendas ocultas en las reuniones a las que asistimos. En el argot del management no siempre triunfa la expresión acertada, pero en este caso la generalización del concepto ‘agenda oculta’ (orden del día, sería más propio en español) nos obliga a definirlo tal cual: se trata de intereses, objetivos y fines que permanecen escondidos por sus muñidores en el transcurso de una reunión, lo que hace que esta se decante hacia resultados que son algo más de lo que aparentan ser.
Ejemplos, a cientos: relacionados con los pecados capitales de la soberbia (‘me niego a aceptar esta solución porque temo quedar por debajo de N.’), avaricia (‘no acepto un presupuesto determinado para ganar ese último «duro» que también quiero ganar yo), pereza (eludir o evitar un trabajo y proponer a otro, quizá menos cualificado)…
Una agenda supone una grave distorsión para el funcionamiento de la organización y el logro de sus metas. Pero también existen agendas ocultas (¡y cuántas!) en los procesos negociadores, muchos de los cuales se basan, precisamente, en que el otro no conozca nuestras intenciones. Al final, la ética es la que nos devuelve a la superficie de la razón. Contra agendas ocultas, libros abiertos.